sábado, 29 de enero de 2011

Texto de David Hume


Hume. Investigación sobre el conocimiento humano. Sección 7, parte 2.

Parece entonces que esta idea de conexión necesaria entre sucesos surge del acaecimiento de varios casos similares de constante conjunción de dichos sucesos. Esta idea no puede ser sugerida por uno solo de estos casos examinado desde todas las posiciones y perspectivas posibles. Pero en una serie de casos no hay nada distinto de cualquiera de los casos individuales que se suponen exactamente iguales, salvo que, tras la repetición de casos similares, la mente es conducida por hábito a tener la expectativa, al aparecer un suceso, de su acompañante usual, y a creer que existirá. Por tanto, esta conexión que sentimos en la mente, esta transición de la representación de un objeto a su acompañante usual, es el sentimiento o impresión a partir del cual formamos la idea de poder o de conexión necesaria.

- Identifica las ideas fundamentales del texto y expón la relación existente entre ellas.

Para que la mente pueda concebir la idea de conexión necesaria (de relación causal) entre dos sucesos, tiene que haber asistido varias veces a la contigüidad temporal entre ellos, porque una sola vez no es suficiente para que se forme la idea de relación causal. Y como en las veces siguientes no hay nada distinto de lo que ya había en el primer caso, la idea de relación causal no proviene de la experiencia externa, sino del hábito o expectativa que se crea en la mente tras observar varios casos similares: se trata por tanto de una idea basada en una impresión meramente subjetiva.

A continuación de este fragmento pone Hume un ejemplo que ilustra la tesis general que acaba de exponer: la primera vez que alguien vio que una bola de billar choca contra otra y ésta se mueve, no se atrevió a declarar que el movimiento de la segunda hubiera estado causado por el impulso de la primera, pero sí adquirió en cambio esa certeza cuando se acostumbró a ver que siempre ocurre lo mismo cuando una bola de billar choca con otra. Por consiguiente, la afirmación de la conexión causal entre dos sucesos se sustenta solo en la conexión que se ha establecido en nuestro pensamiento por la costumbre.

Hume concluye que, puesto que la relación causal, la más importante sin duda en el conocimiento de hechos, no es empíricamente más que una contigüidad temporal o una expectativa de nuestra mente, ella es el ejemplo más fuerte de la debilidad e ignorancia de nuestro entendimiento. Vemos cómo, también aquí, el análisis riguroso de las impresiones, a las que, según Hume, debe reducirse toda idea, conduce a Hume al escepticismo, en este caso sobre el valor cognoscitivo de la idea de causalidad.

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